Yo tengo mis santos en Madrid, e igual que hay que se va a visitar la Almudena (es un suponer) cuando pasa por la capital del reino, servidora se va, volis nolis, al callejón de Jorge Juan. Esta pequeña capilla de santa Visa tiene en al fondo a la derecha una de las tiendas en la que un día quiero fundir la tarjeta hasta que le salga humo: Sybilla.
A esta mujer, a la que sigo desde que Juan Gatti le publicaba las primeras fotos en La luna (y de eso a ver quién), la respeto reverencialmente, aunque sus trajes me sienten fatal. Me gustan sus cortes y sus modelos, pero sus diseños y mi cuerpo no nos acabamos de entender mucho. En la tienda de al lado (algo menos al fondo pero igual a la derecha), está, desde hace unos años, Jocomomola, la tentativa que hizo la colega para implantarse en el mercado japonés. Las tallas son a medida nipona, pero siempre hay algún estampadito que vale la pena. Venden también la ropa de cama, los zapatos y hasta los paraguas, a 90 euros el ejemplar. Sin comentarios. Sí, los precios son también de Tokio.
Un poco más hacia el mundo, está Scooter, una multimarca estupenda donde venden Isabel Marant y Paul Joe, y Alma Aguilar, más seria.
Enfrente, uno de los templos del cachemir, y en el extremo de la puerta, para entendernos, la que nunca sé como se llama, pero que me gusta cualquier cosa que tienen. La última locura, unas botas de agua de colorines que había visto en Londres. En fin...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario