Desde que estuve en Milán por primera vez, tengo un sueño: tres días en un hotelazo y una Visa ilimitada. Y luego, una casa con un vestidor para poder tenerlo todo a mano ;-)
Porque Milán es un lujo en sí mismo. Una de esas ciudades donde todo se esconde pero lo que se percibe es increíblemente chic, estructurado y elegante. Incluso cuando algo parece excesivo, no lo es tanto. Un poco como Prada, porque creo que nadie ejemplifica mejor el espíritu milanés.
Pero vamos por partes.
Una visita a la ciudad debe comenzar, en estricta ortodoxia, por el Duomo. Catedral magnífica, albergue estos días de una exposición dedicada a los hermanos Borromeo. Con buen sentido, han cerrado a los turistas la galería del ábside superior, para poder celebrar misas tranquilos. Lo que decíamos de esconder...
Cumplidos con las divinidades, pasamos a lo terreno, porque a Dios le cierran la casa, pero a otros dioses no. Saliendo del Duomo a la derecha está la galería Vittorio Emmanuele, famoso paseo acristalado que inventaron para que no se mojaran las bolsas. Y allí la primera tienda de Prada que hubo en la ciudad. Exquisita donde las haya, lo mejor está en el piso de abajo. Este año: colores claros, pasteles, pocas mezclas y mucho mínimal. Miuccia siempre llevando la contraria ;-)
Saliendo de allí, reseguir en sentido norte la catedral hacia Via Montenapoleone, a partir de la piazza della Babila. En el Medievo se decía que detrás del altar estaba el paraíso... Bueno, pues eso... A la izquierda, el catecismo de cualquier shopper: el cuadrado perfecto entre Via Montenapoleone, Via della Spiga, Via Sant Andrea y Via Manzoni.
¿Y qué hay? Prada (distintas versiones para hombre, mujer, bolsos...), Valentino (hombre y mujer), Sergio Rossi (zapatos para no pisar el suelo), Armani (que acaba de abrir una megastore, casa incluida, en Via Manzoni de perderse), Missoni, Dolce Gabanna (dos versiones, la de jeans en Corso Venezia), Miu Miu, Krizia, Jil Sander, Alberta Ferretti... Y un montón de sorpresas, como la estupenda tienda de guantes de Via della Spiga, la de bolsos divertidos de al lado (este año la cosa va de cuadrados)...
Para economías en estado de shock, malas noticias: ha desaparecido el megastore de Fiorucci, pura abundancia apretada, que ha sido sustituido por una tienda pequeña justo enfrente.
Sigue, por eso, la tienda de Ferrari, un local tan bonito que dan ganas de llevarse hasta la cazadora de Schumacher, y la tienda de stocks de Via Montenapoleone, donde te dejan una chaqueta por 2.000 euros y te han hecho un favor. ¿Alguien cuestiona aún mi sueño??
19 marzo 2006
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