Espectacular operación comercial la de H&M con su apuesta por los diseñadores de lujo. El año pasado consiguieron que hubiera tortas por conseguir algunas de las pocas prendas que Karl Lagerfeld diseñaba para ellos. Todas negras, sencillas, pero con cierta gracia. Hoy repiten la jugada con Stella McCartney. Más prendas, más sencillas, pero con algún guiño capaz de vencer mis reticencias a entrar en ese imperio de la cutrez que son esos almacenes suecos.
Debo reconocer que a mí Stella me gusta bastante, aunque me gustaba más en Chloe (dónde estás Phoebe Filo, que se ha quedado de reina y usuaria del talento). Las prendas de H&M, sin embargo, no son lo mismo. En el pret-à-porter de lujo no sólo se paga el diseño, sino el corte, la tela, el acabado... Y a mí que me perdonen, pero no es lo mismo...
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