25 enero 2007

Sybilisimo

Adoro a Sybilla. La admiro. La sigo desde que tenía 13 años y compraba La luna de Madrid en un quiosco remoto a la salida del colegio.

Me encantan sus propuestas, su gusto por los tejidos con cuerpo y los cortes estructurados. Me gusta cómo arma un vestido a partir de un patrón y como lo construye en el cuerpo sin más armazón que el corte y los huesos. Y recuerdo una exposición suya en el FAD hace tres años, auténticamente espectacular.

Pero, sin embargo, y caso curioso, no me queda bien su ropa. Y lo peor, es que es la única de mis diseñadores favoritos con la que me pasa.

El pasado lunes, pasé cual rayo por su tienda de Madrid, porque a mí me gusta cumplir con mis santos, y el callejón de Jorge Juan --mis amigos lo saben-- es mi Almudena particular.

Pues bien, estos días andan de rebajas, todo al 50%. Pero es que, además, se han sacado algo que llaman "el rastrillo" y que son las gangas de temporadas anteriores a precios de escándalo.

En la tienda de Sybilla, ya era de vergüenza. Faldas a 50 euros, pantalones a 100 y abrigos y trajes de noche a 150. Tuve en mis manos --y en mis caderas, porque me lo probé, faltaría más-- un vestido de raso negro largo larguísimo y con un escote espectacular, con dos aberturas laterales que hacían añorar épocas pasadas. Precio en la etiqueta, 1.500 euros. Precio enrastrillados, 150. Todavía está allí. Para la valiente que quepa en él ;-)

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