
Es una idea genial, uno de esos diseños icónicos como el wrap dress de Dianne von Fustenberg o la sahariana de Saint-Laurent. Más simple, una zapatilla, pero de una genialidad que asusta.
Se trata de un cilindro de jersey negro con dos bordes (arriba y abajo) y abombado en el centro. Y sobre la parte superior, dos tiras superlargas de la misma tela, convenientemente asimiladas para que se escondan dentro del tejido y no se vean como un pegote. Como no se os escapara, el tejido debe de ser la clave. Sólo así que alguien me justifique por qué cuesta 700 euros al cambio semejante trapo.
Pero, ay, todavía recuerdo aquella torera envolvente de cachemire de la señora Karan que hemos visto destrozar por los chinos de rigor...
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